Los que se revolvieron contra las primeras invasiones de la maquinaria industrial tenían razón: no quizá en pensar que se reduciría el número de trabajadores, pero sí en que se reduciría el de dueños.
En la comunidad de intereses del proletariado industrial y del campesinado estriba la fuerza revolucionaria de la socialdemocracia rusa y la posibilidad de su victoria