Desde luego que pensé que Palpatine era un personaje bastante bueno. Me gustó la noción de que no tenía ninguna sutileza psicológica o profundidad, él era sólo el mal y la palabra más sucia en su vocabulario era amigo. Pensé: es fabuloso!.
Aprendí el vocabulario del amo, dueño y patrón, me mataron tantas veces por levantarles la voz, pero del suelo me paro, porque me prestan las manos, porque ahora no estoy solo, porque ahora somos tantos.
Ninguna emotividad madura si se es humilde en el amor, humilde siendo gigante y en presencia de una mujer bellísima, casi hecha a mano, pero de corta estatura; humilde a propósito o cobarde por restringirse a un léxico que proyectara, puro azúcar, azúcar y cuidados extremos hasta en el tono de voz.
La perversión del léxico político no es un vicio, es un procedimiento.
Era nuestro perro y era la ternura, esa que perdemos cada día más y era una metáfora de la aventura que en el diccionario no se puede hallar.
El diccionario de la guerra lo han hecho los diplomáticos,los militares y los gobernantes. Deberían corregirlo los que regresan de las trincheras, las viudas, los huérfanos, los médicos y los poetas.