El poeta es un cultivador de grietas. Fracturar la realidad aparente o esperar que se agriete, para captar lo que está más allá del simulacro.
Mi padre cultivaba mandarinos y yo me instalé en una cabaña en la montaña y empecé a vivir una vida muy simple y primitiva. Pensé que si aquí como cultivador de mandarinas y cereales, podía realmente demostrar mis pensamientos el mundo los reconocería como ciertos. En vez de ofrecer cientos de explicaciones ¿No sería el mejor método poner en práctica esta filosofía?
Cava la tierra y hallarás un tesoro, sólo que debes cavar con la fe de un labriego
El verdadero agricultor procurará aprovechar su parcela, no explotarla.
Un jardinero que cultiva su propio jardín, con sus propias manos, une en su persona los tres personajes, de propietario, agricultor y obrero. Su producción, por lo tanto, debe rendirle la renta del primero, la ganancia del segundo y el salario del tercero
Cierto es que los dones hay que valorarlos en relación con quien los ofrece: un campesino que me da un pequeño cordero suyo me hace un regalo mayor que el príncipe de Làscari cuando me invita a comer.
No tiene sentido que nuestros campesino no recojan la fruta porque el precio que se les paga no es justo, mientras que en otras partes de España determinado tipo de campesino puede quedarse en el bar de la plaza y continua cobrando. Esto no es justo.
La tarea central de nuestra construcción económica es desarrollar la producción agrícola e industrial, el comercio con las regiones exteriores y las cooperativas.
La historia es un puro engaño; permanece tal como la maquilló y amañó algún gran escritor. Aun si halláramos unas Memorias que demostraran hasta la evidencia que Tácito sólo escribió imposturas al contar las virtudes de agrícola y los vicios de Tiberio, agrícola y Tiberio seguirían siendo tal como los hizo Tácito.
Recuerdo que, a la muerte de Pío XII, nos decíamos: ¿quién podría alcanzar sus cotas de sublimidad y trascendencia? Entonces vino Juan XXIII, un anciano regordete y bajito que al sentarse mostraba los pantalones debajo de las vestiduras sagradas. ¡Y ese hombre rústico nos trajo la renovación de la Iglesia!