Volar, volar, volar, como es Alberto volar al más allá... Tira, la soga de tu cuello tira, la soga de mi cuello tira y esto es verdad; y eran los tiempos de la primavera, dejaste tu sonrisa en ella y esto es verdad y la vida como viene va, no hay merienda si no hay capitán.
¿Por qué no salir de esta vida como sale de un banquete el convidado harto?
Al caer la noche se interrumpió el trabajo en las defensas, y con mi consiguiente perplejidad Rothgar celebró otro banquete de espléndidas proporciones. Toda aquella noche, según pude presenciar, Buliwyf y Herger y todos los otros guerreros bebieron copiosas cantidades de hidromiel y se divirtieron como si no tuvieran la menor preocupación en el mundo.
Era fácil compartir cuando había comida suficiente, o apenas la suficiente, para seguir viviendo. ¿Pero cuando no la había? Entonces entraba en juego la fuerza; la fuerza se convertía en derecho; en poder, y la herramienta del poder era la violencia, y su aliado más devoto, el ojo que no quiere ver.
Para un pueblo hambriento e inactivo, la única forma en la que Dios puede aparecer es en la de comida y trabajo.
Se aferró a ese jirón de esperanza. Sabía que le amaba. Eso no había cambiado. La misma noche anterior había hecho el amor de forma frenética, como alguien que saciara una sed terrible. Y después de que él quedara satisfecho había rodado encima de él, besándole con avidez, jadeando entre su barba mientras gozaba una y otra vez, hasta quedar tan exhausta de placer que no pudo seguir.
No hay que escribir sino en el momento en que cada vez que mojas la pluma en la tinta, un jirón de tu carne queda en el tintero.
Volar, volar, volar, como es Alberto volar al más allá... Tira, la soga de tu cuello tira, la soga de mi cuello tira y esto es verdad; y eran los tiempos de la primavera, dejaste tu sonrisa en ella y esto es verdad y la vida como viene va, no hay merienda si no hay capitán.
Una persona natural puede lograr una dieta correcta porque su instinto esté trabajando en un orden idóneo. Está satisfecho con la comida sencilla: es nutritiva, sabe bien y además es una útil medicina diaria. La alimentación y el espíritu humano están unidos.
Sham Harga había llevado con éxito un negocio de comida durante muchos años sonriendo siempre, no fiando nunca, y dándose cuenta de que la mayoría de sus clientes querían la comida correctamente equilibrada entre los cuatro grupos alimenticios: azúcar, gelatina, grasa y trocitos crujientes quemados.
No hay que escribir sino en el momento en que cada vez que mojas la pluma en la tinta, un jirón de tu carne queda en el tintero.
Se aferró a ese jirón de esperanza. Sabía que le amaba. Eso no había cambiado. La misma noche anterior había hecho el amor de forma frenética, como alguien que saciara una sed terrible. Y después de que él quedara satisfecho había rodado encima de él, besándole con avidez, jadeando entre su barba mientras gozaba una y otra vez, hasta quedar tan exhausta de placer que no pudo seguir.