Gran artista como era, descubrió que, sencillamente, aquella dulce y suave criatura había llevado aquella noche al escenario de la Opera algo más que su arte, es decir, su corazón.
Toda obra de arte es agresiva, Isabella. Y toda vida de artista es una pequeña o gran guerra, empezando con uno mismo y sus limitaciones.
Lo que es la piedra para el escultor es el tiempo para el músico. Cada vez que se levanta para tocar, el músico se enfrenta con su pedazo de tiempo sin esculpir. Sobre este vacío aparentemente sin contornos tiende, quizás, un arco de violín, que es una herramienta para tallar o dar forma al tiempo... O, digamos, para descubrir o liberar las formas latentes en ese momento único del tiempo.
Cuando esté muerto, me gustaría que se me recordara como un músico de cierta valía y sustancia.