El lenguaje no es el aya sino la madre del pensamiento.
Una noche, cuando aún estaba en los brazos de la niñera, quise tocar la cafetera, que estaba hirviendo alegremente... La niñera me lo hubiese impedido, pero mi madre dijo 'Déjale que la toque'. Así que la toqué... y esa fue mi primera lección del significado de libertad.
Piense en la economía como algo más parecido a un gato que a una lavadora, es decir, las políticas dirigidas a la estabilidad y la ausencia de ciclos están fuera de lugar, el Estado debe ser sólo un mecanismo de urgencia y no una niñera