Mi padre era una persona de lo más común y corriente, pero con una gran sensibilidad (... ). Él me infundió el gusto por la literatura (... ). Podía llorar como un niño contando un cuento o también mostrar sus heridas de bala.
Cuando tenía 5 años y vivía en Israel, había un niño mayor que yo y mucho más grande que se divertía molestándome. Un día lo esperé a la vuelta de la esquina, y sosteniendo una varilla, le di tan fuerte como pude a la altura de sus rodillas. Esa fue la última vez que se metió conmigo. Nunca dejes que nadie se meta contigo, jamás.