Una vez fui a un baño y una chica me siguió dentro firmé un autógrafo para ella en el fregadero. Fue muy gracioso porque estaba en el baño de un chico y no se avergonzaba en absoluto.
La cabaña donde te despojabas de tu traje antes del baño se cambió para siempre en un cristal abstracto. Y en él está la oscura miel de la tarde, junto al balcón, y las pequeñas lechuzas, graciosas, y el olor de los arneses.