Todo hombre es como un cheque en blanco firmado por Dios. Nosotros mismos escribimos en él la cifra de su valor con nuestro merecimiento
Si el Gran Espíritu hubiese deseado que yo fuera un hombre blanco lo hubiera hecho. Él puso en vuestro corazón deseos y propósitos, y en el mío puso otros diferentes. No es necesario que las águilas se comporten como cuervos