En orden de mostrar un próspero respeto por tu futuro, debes a veces mostrar insensibilidad por tu pasado.
La total ceguera espiritual para todo lo bello que hoy se extiende tan rápidamente por todas partes, es una enfermedad mental que debe ser tomada en serio aunque más no sea porque es correlativa de una insensibilidad frente a lo éticamente execrable.
Hay momentos en que toda la ansiedad y el esfuerzo acumulados se sosiegan en la infinita indolencia y reposo de la naturaleza
Es imposible gozar totalmente de la indolencia si no se tienen muchas cosas que hacer
La humanidad no comienza con el hombre, sino con el desinterés
Se pueden adquirir conocimientos y conciencia a lo largo de toda la vida, pero jamás en ninguna otra época de su existencia una persona volverá a tener la pureza y el desinterés con que, siendo joven, se enfrenta a la vida
Recuerden las mujeres que dispersas las fuerzas se debilitan y que para conseguir el bien común necesario es sacudir la apatía y elevarse por encima del bienestar del momento presente.
La emoción es la principal fuente de los procesos conscientes. No puede haber transformación de la oscuridad en luz ni de la apatía en movimiento sin emoción
Su ejemplaridad fue máxima cuando creyó que resistir en la Moncloa era un mal servicio a España. Su decisión no fue hija de la desgana de poder, porque en pocas personas se habrá dado tanta y tan noble ambición de Gobierno como en Adolfo Suárez.
Comer con desgana convierte el alimento en repulsivo manjar.
Vemos que el Sagitario era signo de la Contemplación, Estudio y buen Impulso, con su séquito y servidores, que tienen por objeto y sujeto el campo de la Verdad y del Bien para formar el Intelecto y la Voluntad, de donde queda muy lejos la Ignorancia afectada y la despreocupación vil.
El trabajo cumplido con apego es un grillete, mientras que el trabajo cumplido con desapego no afecta a quien lo realiza. Esta persona está en soledad, incluso mientras trabaja.
El desapego significa no sentir ningún remordimiento por el pasado ni miedo por el futuro; dejar que la vida siga su curso sin intentar interferir en su movimiento y cambio, sin intentar prolongar las cosas placenteras ni provocar la desaparición de las desagradables. Actuar de este modo es moverse al ritmo de la vida, estar en perfecta armonía con su música cambiante, a esto se llama iluminación.
La patria no es de nadie: y si es de alguien, será, y esto solo en espíritu, de quien la sirva con mayor desprendimiento e inteligencia.
El proceso de desintegración avanza en riguroso orden desde la periferia al centro, de forma que el desprendimiento de las últimas posesiones ultramarinas parece ser la señal para el comienzo de la dispersión intrapeninsular
Si un hombre se deja tentar por un asesinato, poco después piensa que el robo no tiene importancia, y del robo pasa a la bebida y a no respetar los sábados, y de esto pasa a la negligencia de los modales y al abandono de sus deberes.
La dedicación perpetua que un hombre le da a su negocio, debe ser sostenida con una negligencia perpetua hacia muchas otras cosas.
En virtud de la ideología de la industria cultural, el conformismo sustituye a la autonomía y a la conciencia; jamas el orden que surge de esto es confrontado con lo que pretende ser, o con los interes reales de los hombres.
Caso tras caso, vemos que el conformismo es el camino fácil, y la vía al privilegio y el prestigio; la disidencia trae costos personales.
A los desposeídos y marginados si algo pudiera pedirles sería perdón por no haber acertado todavía a sacarlos de su postración
Por no tener ideales cayó el Perú en la postración más abyecta.
Era el pueblo de Mayo quien sufría, no ya el rigor de un odio forastero, sino la vergonzosa tiranía del olvido, la incuria y el dinero. El mismo pueblo que ganara un día su libertad al filo del acero tanteaba el porvenir, y en su agonía le hablaban sólo el Río y el Pampero.
Ni la incuria puede envilecer a las almas fuertes, ni la riqueza elevar a los espíritus mezquinos
La ingratitud es más fuerte que el arma del traidor.
La ingratitud de una hija es más punzante que el diente de un reptil afirmó. Pero el amor puede doblegar al espíritu más altivo.
La gloria es una incomprensión y quizá la peor.
La mayor parte de las desdichas de esta vida se deben a la incomprensión entre la gente.
Unos dicen que el mundo sucumbirá en el fuego. Otros que en el hielo. Por lo que yo he probado del deseo, estoy a favor de los que apuestan por el fuego. Pero si por dos veces el mundo pereciera, creo que en cuanto a destrucción, el hielo también es grande y suficiente.
Aunque seas tan casto como el hielo y tan puro como la nieve, no escaparás a la calumnia.
Toda resistencia a la privatización del mundo es anatematizada. Quienquiera que ponga en peligro la riqueza excepcional de los ricos se coloca ipso facto fuera del mundo civilizado. La ideología neoliberal colma de tranquilidad a los más pudientes.
La civilización es un producto de ocio y la tranquilidad de que sólo la división del trabajo puede hacer que sea posible.
Hay que seguir adelante, vencer el cansancio, el miedo y el deseo. La fatiga disfraza sus intenciones. La fatiga es sueño, curiosidad y desgano en los caminantes. Abre bien los ojos, hijo, y sigue al pájaro Pujuy. El no se equivoca. Su destino es como el nuestro: caminar para que otros no se pierdan.
Aquel que en toda cosa está instruido, varón será perfecto y acabado; siempre aconsejará lo más valido. Bueno también será el que, no enseñado, en el tratar sus cosas se rigiere por parecer del docto y buen letrado. Mas el que ni el desvío lo entendiere, ni tomare del docto el buen consejo, turbado terná el seso y mientras fuere, será inútil en todo, mozo y viejo
No tiene, pues, Amor ni tu belleza o dureza o fortuna o gran desvío la culpa de mi mal, destino o suerte; si en tu corazón muerte y piedad llevas al tiempo, el bajo ingenio mío no sabe, ardiendo, sino sacar de ahí muerte
El hombre perdona algunas veces el aborrecimiento, pero jamás el menosprecio
Las acciones que ni mudan ni alteran la verdad de la historia, no hay para que escribirlas, se han de redundar en menosprecio del señor de la historia.