Un caballero debe ser cortés y nunca agresivo, próximo, pero jamás atrevido; matar pero nunca humillar; ningún signo de deshonestidad puede ser encontrado en su morada; su alimentación nunca es pesada; incluso el menor error es corregido, pero sin acusación. Así es la fuerza de la voluntad.
La historia y las críticas literarias están tan llenas de jactancia y deshonestidad como la historia en general.
La mentira, que una vez fue un medio liberal de comunicación, se ha convertido hoy en una más entre las técnicas de la desvergüenza con cuya ayuda cada individuo extiende en torno a sí la frialdad a cuyo amparo puede prosperar.
No preocuparse en absoluto de lo que la gente opina de uno mismo, no sólo es arrogancia, sino también desvergüenza
En todo placer y goce de la vida hay algo ficticio, como un esfuerzo o propósito personal para conseguir que aquello nos dé de veras satisfacción. Esta es la impureza del placer y, al mismo tiempo, una ley de vida.
Uno mismo hace el mal, uno mismo lo sufre; uno mismo se aparta del mal, uno mismo se purifica. Pureza e impureza son cosas de uno mismo, nadie puede purificar a otro
Si el periodismo es todavía una fuerza ciega, la culpa es del periodista. No hay ningún sacerdocio más alto que el del periodista; pero, por lo mismo, no hay sacerdocio que imponga más deberes, y por lo mismo, no hay sacerdocio más expuesto a ser peor desempeñado. De ahí principalmente la inmoralidad del periodismo.
La posibilidad de la inmoralidad humana no es la única objeción a la anarquía: Incluso una sociedad en la cual todos sus miembros fuesen completamente racionales e impecablemente morales, no podría funcionar en una situación de anarquía; Es la necesidad de leyes objetivas y el arbitrio de desacuerdos honestos entre los hombres el que necesita del establecimiento de un gobierno
Hay quienes van más lejos. Incluso oyen el rumor de la lluvia, sienten las frías gotas en la espalda y en la nuca, miran el puente y a los hombres como si se vieran allí retratados, en esa carrera que nunca llega al fin de un camino sin fin eternamente por recorrer, y en su desfachatez creen que en realidad así es.