Era pasada la medianoche. La ciudad, tan llena de gente e intransitable durante el día, estaba silenciosa y vacía.
La guerra no excluye la paz. La guerra tiene sus momentos apacibles. Satisface todas las necesidades del hombre, comprendidas las pacíficas. Estamos organizados así, si no la guerra sería inviable
El egoísmo quizás sea un proyecto irrealizable para los humanos que hablan. En las decisiones que tomamos, nos perjudicamos a nosotros mismos como esas aves rapaces que quiebran los huevos de su nido. ¿De qué vale la fórmula cada uno para sí, si cada uno se odia?
De día estamos tan ocupados en nuestros pobres asuntos, que nos parece imposible que alguien, allá arriba, vigile nuestros pasos y, laborioso y metódico, planee la conquista del planeta Tierra. Sólo la noche es capaz, con su oscuridad y su silencio, de crear las condiciones para que los marcianos, los selenitas y demás seres que habitan el universo, tengan cabida en nuestra imaginación.
La voz de la conciencia es tan delicada que es fácil de suprimirla; pero es también tan vacía que es imposible errarle.