También a un gran hombre lo puede exasperar una miserable mosca
Procura no inquietar tu alma ante el triste espectáculo de la injusticia humana. Sobre esta injusticia verás un día el triunfo definitivo de la justicia de Dios
Yo no escribo para agradar ni tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar
¡Llevemos la luz a la Tierra, seamos la luz de la tierra! Para eso tenemos alas, por eso somos rápidos, severos, viriles, incluso terribles, semejantes al fuego. ¡Qué nos teman quienes no saben calentarse ni alumbrarse con este fuego que somos!
Se detienen ante un quiosco. Le fascinan las portadas de las revistas; como a los niños las estampas. ¡Qué culos, qué tetas! Ahora lo enseñan todo. De gusto, los ojos no envejecen... Pero también cabrea. ¡Pura mentira de papel nada más! calentarse y no tocar; ¡Hace falta ser tan frío como los milaneses para aguantarlo!
Eso de haber de abismarse en la incertidumbre y desesperar de la verdad, es un triste y miserable refugio contra el error.
El no esperar remedio, ni desesperar de él, suele ser el remedio de los casos desesperados.