El idealismo y la metafísica son las cosas más fáciles del mundo porque permiten a la gente que disparate a gusto, sin basarse en la realidad objetiva, ni someterse a la prueba de ésta.
Es un disparate que se televisen todos los problemas del orden público con cámaras de televisión, porque incitan a manifestarse. Me inquieta que se retransmitan en directo las cargas policiales
Si Dios existe, le voy a pedir cuentas de lo absurdo de la vida, del dolor, de la muerte, de haber dado a unos la razón y a otros la estupidez... y de tantas otras cosas.
Parece un absurdo que las leyes, esto es, la expresión de la voluntad pública, que detestan y castigan el homicidio, lo cometan ellas mismas, y para separar a los ciudadanos del intento de asesinar ordenen un público asesinato.
La vida es muy traicionera, y cada uno se las ingenia como puede para mantener a raya el horror, la tristeza y la soledad. Yo lo hago con mis libros.
Un aire frío pasa sobre la dura concha de los crustáceos. Un gran alarido raya el cielo con su helado relámpago de ira. Como un tapete gris llegan la noche y el espanto
Por favor...a mi no me gusta la boberia esa de las palmadas... y si no les gusta que les digan eso, no vengan mas a mis conciertos, vaya... mamey, conmigo no tienen problema....yo estoy loco por retirarme
El hombre derrotado pierde el sentido de su libertad. El hombre angustiado que todos los días regresa a su hogar, a la mesa escaseada, y tiene que pronunciar palabras de queja frente a sus hijos, está maltratando el porvenir democrático de su país, porque está sembrando el desengaño en sus propios hijos.
Los antiguos cultivaban su nobleza celeste y la nobleza terrestre les venía por añadidura. Los hombres de hoy cultivan su nobleza celeste para que se les dé la terrestre y, conseguida ésta, se olvidan de aquélla. Su desengaño es grande porque al final también perderán su nobleza terrestre.
Si Zapatero no fuese tan sectario, probablemente no le pasarían estas cosas... sectarismo, y la vaciedad, reflejo de la insensatez del Presidente
El insensato que reconoce su insensatez es un sabio. Pero un insensato que se cree sabio es, en verdad, un insensato.