Tigre, tigre, fuego deslumbrante en las selvas de la noche ¿qué mano inmortal, qué ojo pudo trazar tu terrible simetría?
En seguida vi aparecer al profeta Elías, llevando de la mano a dos beldades cuyos atractivos no podrían concebir los mortales. Eran sus encantos tan delicados que transparentaban sus almas, y uno percibía distintamente el fuego de las pasiones cuando resbalaba por sus venas y se mezclaba a su sangre.