Amar a la vida a través del trabajo, es intimar con el más recóndito secreto de la vida.
En cuanto al recuerdo de Rodolphe, había descendido a lo más recóndito de su corazón, y allí permanecía, inmóvil y solemne, como momia regia en su subterráneo. De aquel gran amor embalsamado se escapaba un efluvio que, atravesándolo todo, aromaba con su ternura el inmaculado ambiente en que quería vivir.
El espíritu que se ha dejado envolver en una intriga, nunca se siente tan vivamente tocado, como al conocer de pronto la verdad de un secreto que lo cambia todo, y a todo confiere una faz imprevista.
El secreto de mi felicidad es tratar las catástrofes como molestias y no las molestias como catástrofes.
Y para acá o allá y desde aquí otra vez y vuelta a ir de vuelta y sin aliento y del principio o término del precipicio íntimo hasta el extremo o medio o resurrecto resto de éste o aquello o de lo opuesto y rueda que te roe hasta el encuentro y aquí tampoco está y desde arriba abajo y desde abajo arriba ávido asqueado por vivir entre huesos o del perpetuo estéril desencuentro a lo demás de más.
El poeta se asoma a la alberca del poema y ve el mundo reflejado a su alrededor; toma conciencia de su existir y accede al espacio íntimo del ser. Todo lo que el poema puede lograr es que esa experiencia llegue a ser compartida por los lectores. Pero no garantiza que algo cambie.
Soy un diablillo intenso y resuelto: terriblemente patoso y tan tenso que no entiendo como la gente puede soportar estar en la misma habitación que yo. Lo que sí sé es que yo no me soportaría
La concuspiscencia de la mente sólo puede ser eliminada mediante un intenso autoanálisis, una entrega total a Dios y, por último, a la gracia.
Produce náuseas por su extremado naturalismo y la tendencia a inculcar todos los miedos posibles e imaginables; sin embargo, su idea fundamental no es clínica sino social, y esto es precisamente lo que no se puede aceptar
Poco sé de dioses, pero creo que el río es un fuerte dios oscuro -hosco, indómito, intratable.
La felicidad no procede de ser rico, ni siquiera del éxito en la propia carrera, ni de concederse uno todos los gustos. Un paso hacia la felicidad es hacerse sano y fuerte cuando niño, para poder ser útil y así gozar de la vida cuando se es un hombre.
En los de la alcoba: a cada uno una punzada en el coxis y vehemente deseo de mirarse el coxis, de lamerse el coxis. Una contorsión del cuello y el seguir vertiginoso de la cabeza a la curva del cuerpo, sobre manos y pies, en movimiento centrípeto, mientras los vestidos se esfumaban y una curiosa prolongación, arqueada y móvil, les nacía del coxis.
El deseo más vehemente de los norteamericanos es hacer dinero; el de los europeos, hacer política.
En ciencia hay que estar siempre atentos al hecho de que existen velos humanos que ocultan la oscuridad abismal de lo desconocido.
¡Pobre alma, hija de tantas miserias! Estás como calcinada por tantos y tan crueles sufrimientos físicos. Sin embargo, todavía te invade el flujo abismal de los misterios de Dios
Se sintió orgulloso y feliz entonces: feliz de estar con ella, orgulloso de su gracia y su porte señorial. Pero ahora, después de reavivar tantos recuerdos, el primer contacto con su cuerpo, armonioso y extraño y perfumado, produjo en él un agudo latido de lujuria.
El entendimiento agudo y sin grandeza, lo pincha todo, pero nada mueve.
Sueño a menudo un sueño sencillo y penetrante de una mujer ignota que adoro y que me adora, que, siendo igual, es siempre distinta a cada hora y que las huellas sigue de mi existencia errante.
La vida es cíclica y que siempre el final de una historia coincide con el comienzo de otra nueva y que, ante todo momento de penetrante felicidad siempre hay que esperar otro con igual intensidad de tristeza.
En aikido no hay formas ni modelos. Los movimientos naturales son los movimientos del aikido. Su profundidad es insondable e inagotable.
Todos los artistas tienen en común la experiencia de la distancia insondable que existe entre la obra de sus manos, por lograda que sea, y la perfección fulgurante de la belleza percibida en el fervor del momento creativo: lo que logran expresar en lo que pintan, esculpen o crean es sólo un tenue reflejo del esplendor que durante unos instantes ha brillado ante los ojos de su espíritu.
Estoy aburrido, soy la tierra rotulada en el otoño y la literatura es el gusano que roe el camino subterráneo por donde vendrá el agua para nutrir la cosecha del verano.
Si no puedo mover el cielo, agitaré el mundo subterraneo