Sé puro, diáfano y firme como un diamante, para que puedas ser valioso a los ojos de Dios.
Los semejantes se atraen. Limítate a ser quien eres: sereno, transparente y brillante. Cuando irradiamos lo que somos, cuando sólo hacemos lo que deseamos hacer, esto aparta automáticamente a quienes sí tienen algo que aprender y también algo que enseñarnos.
¡Qué profundo es mi sueño! ¡Qué profundo y qué claro, qué transparente es, ahora, el universo! Si pensando en ti, siempre, si, soñado contigo, me desvelo, y te miro por dentro, con mis ojos, si te miro por dentro...