Nosotros ya no volveremos a pintar el bosque o el caballo como nos gustan o nos parecen, sino como realmente son, como el bosque o el caballo sienten, su esencia absoluta que vive detrás de las apariencias que vemos. Yo intento sentir de modo panteísta el temblor y el bullir de la sangre en la naturaleza, en los árboles, en los animales, en el aire...
Es más fácil bullir que estudiar, y menos eficaz.
Sobre la superficie de una corriente rápida es imposible distinguir los reflejos, tanto próximos como lejanos; aunque el agua no sea turbia, aunque la espuma no la cubra, la constante oscilación de la corriente, el inquieto burbujear del agua hacen que los reflejos sean deformes, imprecisos, incomprensibles.