Un sólo hombre, con sus dilaciones, restableció nuestra situación; porque no antepuso las habladurías a nuestra salvación. Por eso ante la posteridad y más aún ahora resplandece la gloria de este hombre.
El escritor que quiera saber cómo debe conducirse en relación a la posteridad no tiene más que examinar en los viejos libros qué es lo que le causa agrado y cuáles son las omisiones que más lamenta.