El norteamericano blanco relega al negro a la condición de limpiabotas y deduce de ello que sólo sirve para limpiar botas.
Ella cae la flor de la camelia a lo más negro del viejo pozo.
Si intentaren pisar nuestro suelo, en la mar sepultemos sus vidas, y en las olas, de sangre teñidas, luzca opaco el reflejo del sol.
Aspiro morir entre la penumbra de oro de una tarde, escuchando el musitar opaco y tenue de la lluvia...