Ningún pueblo abrumado de impuestos es apto para dominar
Mi rostro visto en el espejo con una expresión de intolerable angustia, tan asolado y abrumado por el dolor que ni siquiera resulta posible llorar delante de algo tan feo, tan perdido
Los anteojos de aquel exiliado estaban sucios con el polvo de la nostalgia.
Entre lo que deseamos vivir y el intrascendente ajetreo en que sucede la mayor parte de la vida, se abre una cuña en el alma que separa al hombre de la felicidad como al exiliado de su tierra.