Las comidas sabrosas no lo son por sí mismas. Los alimentos no son deliciosos a menos que uno lo crea así. Aunque la mayoría de la gente cree que las carnes de vaca y pollo son deliciosas, a una persona que por razones físicas o espirituales ha decidido que no le gustan, le parecerán repugnantes.
El pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso, cuando los hombres comen esos pollo, tienen desviaciones en su ser como hombres.