Nunca ha existido un esclavo que no escogiera ser esclavo. Puede que la elección fuera entre los grilletes y la muerte, pero la elección estaba siempre allí.
Las cosas fabricadas han perdido la noble indiferencia por las esferas de la riqueza y la pobreza. Cada cosa hoy deja su impronta sobre su propietario, que no tiene ya otra elección que presentarse como un pobre diablo o, al contrario, como especulador.
A un hombre se le da la opción de amar a las mujeres o comprenderlas.
El camino intermedio, compuesto por una y otra forma de vida, resulta normalmente el más útil para resolver esas cuestiones, que con frecuencia se agudizan con la opción por un sólo tipo de vida; sin embargo, son mejor moderadas por una alternancia de las dos formas.