Hemos de insistir en poner punto final al uso cínico de pseudoestudios falsos cuyo propósito es empañar la capacidad del pueblo de discernir la verdad.
Navega, velero mío, sin temor, que ni enemigo navío ni tormenta, ni bonanza tu rumbo a torcer alcanza, ni a sujetar tu valor.
No se pueden moldear los hijos conforme a las ideas de los padres. Hay que tomarlos como Dios los da, amarlos y educarlos lo mejor posible, sin torcer su inclinación.