La desigualdad, hoy, no se puede atribuir sólo a la insaciable glotonería capitalista, aunque es indiscutible que ésta fue artífice y sostenedora de su inicial creación y desarrollo
El hombre debe poner fin a atribuir sus problemas al entorno, y aprender de nuevo a ejercer su voluntad, su responsabilidad personal en el ámbito de la fe y la moral.