El matrimonio es un contrato de afectividad que no garantiza nunca su cumplimiento, pues el cariño se revisa cada mañana.
Un artista, en comparación con sus prójimos, es una persona no solamente dotada de poder para la ejecución, sino además de una sensibilidad inusitada para las cualidades de las cosas, Esta sensibilidad también dirige sus actividades y trabajos.
Algunos clientes y arquitectos aún se encuentran, en cuanto a manera de pensar y sentir se refiere, en el siglo XV; sólo unos pocos se encuentran de verdad en el siglo XX. Una correspondencia entre la sensibilidad del cliente y la del arquitecto contribuirá a un feliz resultado.
Pero el sentimiento de la justicia, la modestia, el agradecimiento, no tenían lugar en la juventud de tendencias artísticas izquierdistas: eran considerados signos de sentimentalismo y de falta de vitalidad. Había que darse aires, pavonearse, aparentar y, aunque esto era repugnante, yo seguí la corriente, a pesar de mí mismo, para hacer lo que todo el mundo.
Llamamos sentimentalismo a los sentimientos que no compartimos.