Todo el que aspira a avasallar a sus semejantes, se ve obligado a ser impostor y sanguinario.
Dicen que soy un gran escritor. Agradezco esa curiosa opinión, pero no la comparto. El día de mañana, algunos lúcidos la refutarán fácilmente y me tildarán de impostor o chapucero o de ambas cosas a la vez.