Me gusta cualquier reacción que pueda lograr con mi música. Lo que sea que haga a la gente pensar. Me refiero a que si puedes hacer que una habitación llena de gente borracha y drogada pueda despertarse, estás haciendo algo
Me dieron una habitación inmunda con una ventana que daba a un patio interior, pero no me importó mucho. Estaba demasiado deprimido para preocuparme por la vista.
Empiezo a desear un lenguaje parco como el que usan los amantes, palabras rotas, palabras quebradas, como el roce de las pisadas en la acera, palabras de una sílaba como las que usan los niños cuando entran en un cuarto donde su madre está cosiendo y cogen del suelo una hebra de lana blanca, una pluma, o un retal de chintz. Necesito un aullido, un grito.
En la fama de los héroes se encuentra un cuarto de audacia, dos cuarto de destino, y el otro cuarto de sus crímenes.
Te sientas frente a un tablero y repentinamente tu corazón brinca. Tu mano tiembla al tomar una pieza y moverla. Pero lo que el ajedrez te enseña es que tú debes permanecer ahí con calma y pensar si realmente es una buena idea o si hay otras ideas mejores.
No había forma de despertarlo al Mágico González... Le llevé el despertador del Pato Donald, y me llegaba tarde igual. Una vez le llevé un tablao flamenco a la pieza para ver si se levantaba... cuando se levanta me dice: ¡¡Me despierto porque me gusta la música!!
Sólo dejaba que los tiros volaran. Ya sabes, sin dejar ninguna bala en la recámara
Mi química con la banda nos ayudó a ponerla de nuevo en la parte alta y me dio una credibilidad musical que nunca había tenido antes, pero no pude conseguir el reconocimiento que necesitaba. Me sentía como si estuviera encerrado en un cubículo pequeño, como si estuviese en una casa ajena