El diablo no sabe más por viejo que por diablo. Si se arrepiente no es por santidad; sino por impotencia.
-Que no lo oiga el diablo, señor ministro, El diablo tiene tan buen oído que no necesita que se le digan las cosas en voz alta, Entonces que dios nos valga, No vale la pena, ése es sordo de nacimiento.