No soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja, sino un pulso herido que presiente el más alla
No tengo una sola parte de mi cuerpo, por lo menos enfrente, que no tenga cicatrices; no hay arma, que se use de cerca, o que se lance desde lejos, de la cual no lleve la marca. Más aún, he sido herido por la espada, mano a mano; con flechas, he sido herido desde una catapulta y muchas veces he sido golpeado con piedras y garrotes