Todo hombre alimenta un secreto sueño, que no es la bondad ni el amor, sino un desenfrenado deseo de placer y egoísmo.
Cuando el amor desenfrenado entra en el corazón, va royendo todos los demás sentimientos; vive a expensas del honor, de la fe y de la palabra dada.
Incluso si todos los sabios, durante varias edades, se hubieran consagrado a un estudio infructuoso sobre cualquier tema, de todas formas podría ser precipitado concluir decididamente que éste sobrepasa, por ello, toda comprensión humana
En el Japón somos los herederos de una tradición cultural y de una filosofía agraria, que incluye la naturaleza y el cambio de estación. Quizá sea debido a esto que no somos un pueblo precipitado