He oído el contar de muchos años y muchos años tendrían que atestiguar un cambio. La pelota que arrojé cuando jugaba en el parque aún no ha tocado el suelo.
Un hombre como ése piensa que el miedo puede ganar lealtades. Muchos amos con un látigo pueden atestiguar que funciona. No se gana lealtad, sólo obediencia, y sólo mientras el látigo está presente.
Me sentí libre del temor de que alguien pudiera testificar contra mí, porque todos los que tuvieron algo que ver conmigo habían sido ahorcados o deportados. Se me conocía por el nombre de Moll Flanders y aunque hubiera tenido la desgracia de ser detenida diría que me llamaba de otro modo y no podrían achacarme mis antiguos delitos.