Agarrados del aire viviremos, no me importa dónde vamos. Apriétame bien la mano que un lucero se me escapa entre los dedos.
¡Duerme! Mientras se despierte del alba con el lucero el vigilante tropero que repita tu cantar, y que de bosque en laguna, en el repente o la hierra, se alce por toda esta, tierra como un coro popular.