Un buen libro no sólo se escribe para multiplicar y transmitir la voz, sino también para perpetuarla.
Hay algo que sí es conmovedor, aunque suene demagógico. No puedo dejar de decir que el mensaje del público en San Mamés, en el partido contra el Betis, nos obliga a todos de manera superlativa, nos obliga a multiplicar nuestra obligación de entereza. No decir la verdad, actuar engañando, maquillando, etc., es imperdonable frente a semejante expresión de compromiso y sinceridad afectiva, y lo digo muy incómodo, porque es demagógico lo que estoy diciendo.