En amistad, como en amor, no se vuelve con placer más que a los seres con los cuales nos está permitido ser nosotros mismos sin rigidez y sin mentira.
Una especie de rigidez monacal destacaba la expresión de su semblante. Nada triste o tierno ablandaba aquella mirada pálida. En el trato con los animales, había adquirido su mutismo y su placidez.