Siempre he cocinado con el objetivo de aportar algo técnico y conceptual a la cocina y de emocionar a los clientes.
En las arengas destinadas a persuadir una colectividad se pueden invocar razones, pero antes hay que hacer vibrar sentimientos.
Las grandes personas, que son las buenas, son ante todo pródigas, y no se preocupan mucho de sus expansiones. Hay que reír y llorar, amar, trabajar, gozar y sufrir; en fin, vibrar todo lo que se pueda y en todos los sentidos. ¿No consiste en esto lo verdaderamente humano?
Dios detesta las faltas, porque son faltas. Pero, por otra parte, ama, en cierto sentido, las faltas en cuanto le dan ocasión a Él de mostrar su misericordia y a nosotros de permanecer humildes y de comprender también y compadecer las faltas del prójimo
Las lágrimas enseñan a arrepentirse de las faltas propias y a compadecer a los demás, y a verter un poco de la miel y el aceite que se tiene en el corazón sobre las heridas de la humanidad