El ministro debe morir más rico de buena fama y de benevolencia que de bienes
Para que los pueblos sean felices y dichosos, no basta que el interés material ponga en contacto a los unos con los otros; es necesario además que la benevolencia y el verdadero afecto estreche sus corazones.
El país transita por una de las etapas más difíciles de su historia. Colocado al borde de la disgregación, la intervención de las Fuerzas Armadas ha constituido la única alternativa posible, frente al deterioro provocado por el desgobierno, la corrupción y la complacencia
Amor es sacrificio, no egoísmo; quien busca en el amor su propia complacencia va tras lo que ansía loca e irracionalmente: es egoísta.
Lo que el escritor pide al lector no es tanto su beneplácito como su atención.
La tolerancia es para todos excepto para los intolerantes.
Hay un límite donde la tolerancia deja de ser virtud.
Hay pruebas más que suficientes de su connivencia con los asesinos. Usted y su Gobierno, como interlocutores del mal llamado proceso de paz, no ponen a disposición judicial y policial los datos e informaciones que permitan la detención de los terroristas con los que se han sentado a hablar, como Josu Ternera
Hay pruebas más que suficientes de su connivencia con los asesinos
Uno entra al baile y no espera comprensión
Esto es algo imperativo para los guerreros; ignorar la maestría de las armas y la comprensión de las ventajas específicas de cada una de ellas sería indicar una falta de cultura de un miembro de una casa guerrera.
Hoy día es frecuente que se vea al votante más que nada como un blanco fácil para la manipulación de los que buscan su consentimiento para ejercer el poder.
Nada nos enreda en mayores males que el atenernos a los rumores, en la creencia de que lo mejor es lo aceptado por consentimiento de muchos, y el seguir los ejemplos más numerosos, rigiéndonos, no por la razón, sino por la imitación de los demás.
M. Pernety me informó que él le ha comunicado mi nombre. Esto me lleva a confesarle que no soy tan completamente desconocida para usted, como podría creer, pero que por temor a la burla ligada a una mujer científica, he adoptado previamente el nombre de M. LeBlanc en la comunicación de aquellas notas que, sin duda, no merecen la indulgencia con la que me ha correspondido
Si consideráramos a los demás como a nosotros mismos, sus acciones más reprochables nos parecerían dignas de indulgencia