Es simpleza o necedad llorar por lo que no se puede remediar. Dejemos llorar al que dolor tiene, que las lágrimas y suspiros muchos desenconan el corazón dolorido
Uno se da cuenta de que es desgraciado y miserable pobre y está ciego y desnudo, y con rostro de fantasma dolorido y amargado camina temblando por la pesadilla de la vida
Advirtió el disgusto que sus palabras la habían causado; no le fue difícil comprender que su vanidad de mujer hermosa no toleraba que en su presencia se hablara de ninguna otra belleza, y arrepentido como el mejor penitente, se sentía dispuesto a pedirla que le perdonase...
Pero no estaba arrepentido ni me sentía culpable: querer a alguien no es pecado, el amor está bien, lo único demoníaco es el odio.
A veces me siento triste porque las piedras no tienen labios, ni besos, ni palabras.
El narrador de mis libros es el hombre corriente. El grano de arena en la Historia. Aquel a quien nunca se pregunta, ese que desaparece sin dejar rastro, llevándose sus secretos a la tumba. Hablo de aquellos que no tienen voz. Los oigo, los escucho, los comprendo. La calle es para mí un coro, una sinfonía. Es infinitamente triste cómo todo se puede decir, susurrar y gritar en la nada.
Tan solo y desconsolado como sólo podía sentirse un ser humano en el momento de morir lejos de Ingrid
¡Mi espíritu desconsolado te busca con ansia infinita y has dejado mi alma marchita y tú también te has marchitado!