Jamás perdona el necio si ve la nuez vacía que dio a cascar al diente de la sabiduría.
La norma del cielo es retirarse después de acabar la obra y haber dado fama al propio nombre.
La puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco para abrirla: si uno la empuja, la cierra cada vez más.