¿Y mi grito de ayer? Le puse al piano una sordina espiritual, y ahora sólo sabe quejarse con sonrisas que desdeñan la gloria.
El tren de carga me enseñó cómo gritar. El grito del conductor fue mi canción de cuna. Tengo el blues del tren de carga. Oh Dios nena, lo tengo hasta el fondo de mis zapatos de errante.
Podríais enterrarme en la voz de cualquier niño si tiene los pies descalzos y ha visto los volcanes.
Tu tiempo es limitado, de modo que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto. No quedes atrapado en el dogma, que es vivir como otros piensan que deberías vivir. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu propia voz interior. Y, lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición.
Sobre las olas de la vida, en el vocerío del viento y del agua, el pensamiento del poeta está siempre flotando y bailando.
Y el rey colorado de barba de acero, su padre, la llama con queja amorosa; y un llanto de fiera, un llanto sincero se pierde en la duna de Islandia brumosa.
Los tiranos sienten un particular cariño por la guerra, pues distrae al pueblo de toda justa queja contra ellos. También acrecienta el poder de los tiranos, porque éstos, alegando que la patria está en peligro, pueden imponer aún más onerosas restricciones a la libertad.
Un aire frío pasa sobre la dura concha de los crustáceos. Un gran alarido raya el cielo con su helado relámpago de ira. Como un tapete gris llegan la noche y el espanto
Si quiero sacudirte con la flecha de mi amor, te tengo que dar duro como el palo en el tambor; que grite la guitarra su alarido de placer y el bajo que penetre tus oídos con la furia de mi tren, loco tren, la banda es una máquina cargada con la furia de mi tren.