La televisión es un arma de doble filo, con la que incluso el espectador puede llegar a suicidarse.
Un cuadro toma vida ante la presencia de un espectador sensible, en cuya conciencia se desarrolla y crece.
Quien observa lo hace desde un cierto punto de vista, lo que no sitúa al observador en el error. El error en verdad no es tener un cierto punto de vista, sino hacerlo absoluto y desconocer que aun desde el acierto de su punto de vista es posible que la razón ética no esté siempre con él.
La inspiración es la hipótesis que reduce al autor a un papel de observador