La quiero para soltarla, solamente. No tengo cárcel para ti en mi ser. Tu libertad te guarda para mí. La soltaré otra vez, y por el cielo, por el mar, por el tiempo, veré cómo se marcha hacia su sino. Si su sino soy yo, te está esperando.
Cuanto más estudiamos la cuestión, tanto más estamos obligados a afirmar que la sociedad, en si, es responsable de las acciones antisociales cometidas en medio de ella; y que ningún castigo, ninguna cárcel y ningún verdugo puede disminuir el número de tales hechos; solamente puede hacerlo una reorganización de la sociedad misma
Un hombre como ése piensa que el miedo puede ganar lealtades. Muchos amos con un látigo pueden atestiguar que funciona. No se gana lealtad, sólo obediencia, y sólo mientras el látigo está presente.
Cuando se ponen celosas, ahí estoy yo. látigo en mano. El látigo en la derecha y las flores en la izquierda y en medio el material erecto, lleno de amor y de esperma, para controlar tibiamente la situación.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío
Cuando nuestros dedos se tocan, siento un extraño y excitante escalofrío por todo el cuerpo. Retiro la mano a toda prisa, incómoda. Debe de ser electricidad estática. Parpadeo rápidamente, al ritmo de los latidos de mi corazón.
En ocasiones sueño que vuelvo a ser un niño, y un helado escalofrío me recorre la espalda, se me acelera el corazón, grito en medio del sueño, me despierto bañado por un sudor angustioso.
Cuando nuestros dedos se tocan, siento un extraño y excitante escalofrío por todo el cuerpo. Retiro la mano a toda prisa, incómoda. Debe de ser electricidad estática. Parpadeo rápidamente, al ritmo de los latidos de mi corazón.