Y cuando la imprudencia y la delación pusieron alguna vez al indio en la alternativa de batirse a muerte o entregarse, él no vaciló jamás en jugar serena y valientemente su vida, arremetiendo con tal pujanza y furia que todo que todo cedía a su paso; y siempre supo escapar dejando tras sí la admiración y la muerte.
Todas las inquisiciones, sin distinción, se basan en el principio de la delación y la cobardía social. Porque lo malo no es siempre el fanático. Peores son quienes no lo son, pero desean congraciarse con él.