Los derechos de propiedad intelectual suelen hacer mejor a algunos (las empresas farmacéuticas) y mucho peor a otros (los que de otro modo podrían haber sido capaces de comprar los medicamentos).
Aunque desde el punto de vista intelectual se ha dado un paso adelante, desde el punto de vista práctico no se ha progresado. La mujer está en desequilibrio. Su educación para la acción no va al mismo ritmo que su enriquecimiento intelectual.