Ya no es solo en el fulgurar de los astros, sino en la más insignificante hierbecilla, ¿No vemos por ventura a Dios si nos dedicamos a descubrirle con la luz de la inteligencia?
Ejercita cada día tus ojos poniéndote frente al espejo. Tu mirada debe aprender a posarse silenciosa y pesadamente sobre el otro, a disimular con velocidad, a aguijonear, a protestar. O a irradiar tanta experiencia y sabiduría que tu prójimo te dé la mano temblando.
La fuerza de la música instrumental permite irradiar las emociones y el brillo en su propio carácter, sin presumir de mostrar como real o imaginario ninguna representación.
Los países son como las estrellas: pueden resplandecer y brillar siglos enteros después de su extinción.
La virtud no teme a la luz, antes desea venir siempre a ella; por es hija de ella, y criada para resplandecer y ser vista.