En México no hay tragedia: todo se vuelve afrenta. Afrenta, esta sangre que me punza como filo de maguey. Afrenta, mi parálisis desenfrenada que todas las auroras tiñen de coágulos. Y mi eterno salto mortal hacia mañana. Juego, acción, fe, día a día, no sólo el día del premio o del castigo: veo mis poros oscuros y sé que me lo vedaron abajo, abajo, en el fondo del lecho del valle.
Hay motivos que se iniciaron hace 600 millones de años. El primer gran salto que ha permitido a las especies y al género humano ser optimista, es el salto inenarrable de organismos unicelulares a organismos multicelulares. Es decir, somos comunidades andantes de células que intercambian conocimientos y que abrieron la posibilidad de innovar, de crear