Las nacientes élites capitalistas no pretendían destruir a los aristócratas, sino unirse a ellos y para esto no tenían más remedio que imitar los cánones de consumo aristocráticos.
En la línea del horizonte, hijos míos, parecen unirse el cielo y la tierra. Pero no, donde de verdad se juntan es en vuestros corazones, cuando vivís santamente la vida ordinaria...