En el idioma que ya ha dejado de ser el mío, este tipo de nieve se llama qanik: grandes cristales, casi ingrávidos, que caen en forma de copos cubriendo el suelo con una blanca capa de escarcha en polvo.
Cuando nació mi hija sentí que me quitaban un velo y desaparecía una capa de niebla de mi propia vida