Cuando me senté bajo una extraña bóveda de árboles, con la nada como compañía, sin amor ni amigos, mi corazón se volvió de pronto hacia ti, y sentí tu amistad, un lazo suave sobre mis manos.
¿No vislumbras, oh mundo, a tu Creador? Búscalo sobre la bóveda estrellada. Allí, sobre las estrellas, debe vivir.