Por lo general tengo un pie en la realidad y otro en la imaginación. Mi realidad necesita imaginación como un bombillo necesita un interruptor; mi imaginación necesita la realidad como un ciego necesita un bastón.
Por vasto y absorbente que sea el orden de la naturaleza es el objeto de un alma que lo concibe racionalmente.
Dame la ternura desde el sueño, dame ese cucurucho de sorbete que tenéis en la sonrisa, dame esa lenta caricia de tu mano. Yo te daré pájaros que cantaran tu nombre desde lo más alto de los arboles.
En esta luz del poema, todo, desde el más nocturno beso al cenital esplendor, todo está mucho más claro.
Algunas hojas del almendro expiran en degradado rojo. Otras apenas están naciendo, verde pulido donde la luz estalla. El tronco es el mismo y todas las hojas son la misma antigua hoja brotando de su fin mientras que vorazmente la vida, sin contraste, me destruye.